martes, 15 de octubre de 2019

Política en Guatemala


Política en Guatemala



La República de Guatemala es un Estado soberano e independiente de Centro América, y forma parte de la Organización de las Naciones Unidas y de la Organización de los Estados Americanos. Guatemala política y jurídicamente se rige por la Constitución Política de la República de Guatemala, la cual es la ley suprema del Estado. El sistema de gobierno de Guatemala es republicanodemocrático y representativo, según lo establecido en el artículo 140 de la Constitución.
La soberanía de Guatemala radica en el pueblo quien la delega, para su ejercicio, en los Organismo del Estado, según lo establecido en el artículo 141 de la Constitución, los cuales son:


·         Organismo Legislativo, el cual ejerce el poder legislativo, dicho poder es ejercido por el Congreso de la República de Guatemala.
·         Organismo Ejecutivo, el cual ejerce el poder ejecutivo, dicho poder es ejercido por el Presidente de la República de Guatemala, el Vicepresidente de la República de Guatemala, los Ministerios del Estado y sus dependencias. Es importante resaltar que éste organismo cuenta con su ley propia que norma todo lo relativo a su estructura, organización y funcionamiento.
·         Organismo Judicial, el cual ejerce el poder judicial, dicho poder es ejercido por la Corte Suprema de JusticiaCorte de ApelacionesTribunales de Primera InstanciaJuzgados de Paz o Juzgados Menores y demás juzgados que establezca la ley.Cuenta con su ley orgánica que se encuentra contenida en el decreto 2-89 del Congreso de la Republica Ley del Organismo Judicial.


En este mismo artículo se estipula que la subordinación entre los mismos, es prohibida.

Guatemala vive una crisis política desencadenada por una serie de acciones del presidente Jimmy Morales y sus aliados en el Congreso de la República, la cúpula empresarial, la dirigencia del Ejército y otros sectores comprometidos con el orden vigente. El análisis se apega a un enfoque que integra las dimensiones político-institucional, económica, sociocultural, ambiental y global-local. Desde esta perspectiva el análisis persigue identificar algunas relaciones causales de la crisis democrática que tiene lugar en Guatemala y sus implicaciones en las aspiraciones de bienestar humano.
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1. De la crisis de gobernabilidad a la profundización de la inestabilidad del sistema
La coyuntura de 2015 provocó un quiebre político y permitió exponer públicamente los elementos políticos y económicos críticos que imposibilitan la anhelada meta de la consolidación democrática, inconclusa desde 1985. A partir de ese quiebre la lucha contra la corrupción ha permitido confirmar, en el ámbito de la persecución penal, la tesis de un Estado cooptado por redes político-económicas ilegales que, como mutación de los cuerpos ilegales y aparatos clandestinos de seguridad, son parte del crimen organizado que interactúa con el poder económico a partir de la intermediación de políticos corruptos.
La persecución penal iniciada con el caso La Línea, en 2015, permitió la desarticulación de la estructura criminal de mayor poder público, al defenestrar al presidente y la vicepresidenta (sus cabezas) mediante el funcionamiento de las instituciones de control constitucional. Para ello, ciertas circunstancias políticas resultaron apropiadas, fundamentalmente, el respaldo y movilización popular y la alineación momentánea de los actores de mayor peso político y social.
La extendida corrupción en todos los organismos del Estado, la impunidad judicial, los índices de inseguridad y un sistema penitenciario con déficit acumulados en todos los órdenes (derechos, infraestructura, corrupción, pérdida de control, entre otros) son solo algunas variables que permiten señalar el retraso del régimen político respecto de los estándares de una democracia. El pobre desempeño en esas materias, sumado a la indiferencia e incapacidad de los gobiernos[1] para tomar decisiones que mejoren los indicadores sociales, constituye una explicación parcial de la persistencia de fuerzas estructurales impulsoras de las continuas crisis de gobernabilidad.
Los eventos políticos de 2015 encontraron lugar en las acciones sinérgicas del Ministerio Público, una policía de carrera y una articulación de instituciones de seguridad para responder a los fenómenos de criminalidad. En contraposición, las pretensiones del presidente Jimmy Morales y sus aliados (tanto en el Congreso de la Republica[2], en la cúpula del sector empresarial[3] y en sectores oscuros del Ejército de Guatemala), por debilitar y anular a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), requerían condiciones de posibilidad[4] tales como la reducción de la capacidad operativa y de coordinación de las mismas instituciones de seguridad. El recambio de Fiscal General generó un momento propicio[5], que fue anticipado por el cambio de la cúpula policial, del Ministro de Gobernación y la designación de un Procurador General de la Nación ad hoc. El escenario 2018 es solo la expresión del plan Presidencial y sus aliados, orquestado para cumplir un objetivo inmediato (expulsar al Comisionado Iván Velásquez y parar el trabajo de la Cicig) y un objetivo de fondo (asegurarse impunidad y continuidad en el poder). La gran diferencia entre el episodio del non grato en 2017 y el boicot a la Cicig en 2018, es que el gobierno preparó efectivamente el contexto para neutralizar a los actores que frenaron la expulsión en 2017 y ha mostrado acciones que reflejan un franco retroceso democrático al desobedecer resoluciones de la Corte de Constitucionalidad y no solo generar sino también liderar con su discurso un clima de criminalización de defensores de derechos humanos.
Para apreciar el retroceso institucional que constituyen las acciones que interrumpen el proceso de consolidación de las instituciones de seguridad ciudadana y la desobediencia a las resoluciones de la Corte de Constitucionalidad, es fundamental la contextualización de los hechos recientes con las posiciones de los actores de poder. La presente crisis tiene en su epicentro al presidente Morales y su familia, implicados en casos de corrupción, incluido el financiamiento electoral ilícito, que involucran también a altos dirigentes empresariales de Guatemala. En la crisis activada por las decisiones del mandatario, que violan el acuerdo de creación de la Cicig y desobedecen a la Corte de Constitucionalidad, se suma la anulación de entes de contrapeso institucional y de la manipulación de la ciudadanía a partir de mensajes nacionalistas distorsionados. Destaca: a) la utilización del Ejército, junto a elementos de la policía, para el anuncio presidencial, el pasado 31 de agosto, de la finalización del mandato de la Cicig; b) la manipulación de los valores religiosos en la movilización del 2 de septiembre, aprovechada como una narrativa de fuerza por el poder político o usado como excusa para limitar derechos de libre expresión de grupos musicales; c) el silencio cómplice del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras, que alentó rápidamente la activa desobediencia del Ejecutivo a las resoluciones de la Corte de Constitucionalidad sobre el ingreso del comisionado Iván Velásquez; y, d) la confusión que generan las complejas posiciones asumidas por el gobierno de Estados Unidos en las relaciones internacionales.











Mapa conceptual sobre la Política en Guatemala 




vídeo sobre la Política  en Guatemala


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